A lo largo del tratamiento cumplí mis 20 años, lo que sirvió para ver atrás, recordar todo lo que he vivido y cómo todo lo que aprendí me preparó para ese momento.

En la pintura vemos a mis yo más jóvenes recordando a mi yo actual que no hay nada de qué preocuparse, sino que están orgullosos de lo lejos que he llegado.

Al sonreír al pasado, aprendo a sonreír al presente y al futuro. Después de todo, los planes que Dios tiene para nosotros están ahí para ayudarnos a prosperar, no para perjudicarnos. Son planes que nos dan esperanza y un futuro.

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